Estados Unidos, 2018
Título original: "BlacKkKlansman"
Dirección: Spike Lee
Guión: Kevin Willmott, Charlie Wachtel, David Rabinowitz y Spike Lee
Interpretes: John David Washington, Adam Driver, Laura Harrier, Topher Grace, Alec Baldwin.
Duración: 135 minutos
Corren los años '70 y Ron Stallworth (John David Washington) es el primer detective afroamericano que presta servicios en el Departamento de Policía de Colorado Springs. Determinado a hacerse un nombre, Stallworth emprende valientemente una misión peligrosa: infiltrarse y exponer públicamente al Ku Klux Klan. El joven detective recluta a un colega más experimentado, un agente de narcóticos llamado Flip Zimmerman (Adam Driver), para colaborar con él en esta investigación encubierta. Juntos se unen para desbaratar al grupo extremista.
"Infiltrado en el Klan" es una adaptación de las memorias que Ron Stallworth escribió en 2014, bajo el título de "Black Klansman. A Memoir", aunque existen también fuentes cinematográficas. En 1966, Ted V. Mikels rodó un filme clase B llamado "The Black Klansman", sobre un policía negro (interpretado por el actor blanco Richard Gilden) que se infiltra en el Klan para vengar el asesinato de su hija en manos de los miembros de la organización extremista Este filme de clase B realiza un retrato bastante preciso de las túnicas blancas, la cruz de fuego y las escenas de linchamiento. Películas posteriores como "Mississippi en llamas" (Mississippi Burning", Alan Parker, 1988) registra escenas dramáticas similares, distinguiendo la crueldad del racismo sureño de la búsqueda de justicia encarnada en los agentes del F.B.I.
Las películas de Tarantino también tocan estos mismos temas: en "Django Unchained" (2012) el protagonista afro-americano se venga de los esclavistas blancos y busca hacer justicia por mano propia, su única opción, ya que para él no había ningún otro tipo de justicia posible. En "The Hateful Eight" (1915) Tarantino muestra que los motivos que llevaron a la guerra de secesión norteamericana, entre el sur esclavista y el norte abolicionista, persistieron hasta mucho tiempo después de haber finalizado la lucha armada. Esas diferencias basadas en el odio mutuo nunca se zanjaron hasta el día de hoy, lo cual se traduce en violencia extrema, tal como la película "The Hateful Eight" retrata, así como lo hacen las películas de Spike Lee.
"Infiltrado en el Klan" abre con una escena de "Lo que el viento se llevó" (Victor Fleming, 1939), en la que Scarlett O'Hara camina entre los soldados confederados heridos, clamando al cielo por justicia. El sur ha sido derrotado y, con él, su economía sustentada en el esclavismo. Acto seguido se proyecta una secuencia de la película de tinte racista, "El Nacimiento de una Nación" (1915) de D. W. Griffith, sobre el rostro de un personaje inventado, Kennebrew Beauregard, cuyo apellido recuerda al de un general confederado. Beauregard pronuncia, con un fuerte tono adoctrinante, un discurso que declara a la raza blanca, intelectual y moralmente superior a las demás razas, utilizando terminología pseudo-científica para apoyar sus afirmaciones. Beauregard además se queja de cómo los movimientos de derechos civiles están arruinando las cosas para él y sus correligionarios.
En 1915, cuando se estrenó el polémico "Nacimiento de una Nación", Woodrow Wilson, nacido en el estado sureño de Virginia, ocupaba el sillón presidencial. Su mandato se extendió, para ser precisos, desde 1913 a 1921. Él toleró el racismo que emanaba de la película porque convenía a sus intereses y a su ideología. "El nacimiento de una Nación" reavivó el odio en la población blanca y marcó la reaparición del KKK .
Spike Lee, entonces, contrapone dos visiones opuestas de la sociedad norteamericana a través de su estética cinematográfica. Al "Nacimiento de una Nación" y "Lo que el viento se llevó", Lee opone el género de la "blaxploitation", que nació y se desarrolló en los años '70. En este género los directores (como Gordon Parks) y los actores (como Richard Roundtree, Ron O'Neal y Pam Grier) pertenecían a la comunidad afro-americana. Los actores de color eran protagonistas y héroes de la película, mientras que en el cine de directores blancos, los actores negros generalmente interpretaban roles secundarios. Los carteles tenían una tipografía particular que, no por casualidad, Lee repite en los títulos de apertura y cierre de "Infiltrado…".
La iluminación viraba hacia los colores vivos, brillantes y saturados, dominaba el look afro en los peinados y los estampados llamativos en las vestimentas, todo ello se reproduce en este filme de 2018, en homenaje al género de la "blax". Hay escenas de amor y camaradería en los que Ron y su novia Patrice Dumas discuten sobre diferentes actores y títulos de este género, incluyendo "Shaft" (Gordon Parks, 1971), "Super Fly" (Gordon Parks, 1972) y "Coffy" (Jack Hill, 1973). Pero las alusiones no quedan ahí. Lee reaviva un efecto muy utilizado en los '70, el denominado "Split Screen", que consiste en dividir la pantalla en dos o más imágenes simultáneas.
Volviendo al relato que nos ocupa, en 1972 a Ron Stallworth, apenas ingresado a las fuerzas policiales, se le asigna un trabajo como agente infiltrado, pero no en el Ku Klux Klan, sino en un mitin de un grupo afro-americano defensor de los Derechos Civiles. Allí conoce a la que sería su novia, Patrice, entonces presidente del grupo. Este primer trabajo de inteligencia fue ordenado por el jefe de policía Bridges por consejo del entonces director del FBI, Edgar Hoover quien, durante la década de los '60 y hasta su muerte, ocurrida casualmente en 1972, había dedicado más tiempo censurando el teléfono de congresistas y persiguiendo a líderes del movimiento negro, que combatiendo al crimen común. En la película se dice claramente que para Hoover el movimiento por los derechos civiles era la amenaza más grande contra la seguridad de los Estados Unidos.
Por otra parte, hay una conversación telefónica en la que se mencionan los planes de David Duke (interpretado por Topher Grace), líder del KKK, y sus pretensiones de ganar terreno en el campo político y llegar, incluso, hasta la Casa Blanca. Ron Stallworth responde: "Los americanos jamás votarían a alguien como David Duke".
Pero Spike Lee desmiente la ingenua confianza del oficial de policía: en los minutos finales, el filme gana lenguaje documental y recuerda la violenta protesta supremacista de 2017 en Charlottesville, Virginia, así como las declaraciones de Donald Trump sobre una supuesta culpabilidad compartida por ambas partes en la confrontación entre la extrema derecha y los contra-manifestantes.
Durante esta confrontación, el supremacista blanco James Fields atropelló a un grupo de manifestantes con su auto, matando a la activista Heather Heyer e hiriendo a decenas de otras personas. Ante la noticia, Spike Lee declaró en Cannes, Francia: "Trump tuvo la oportunidad de denunciar al Ku Klux Klan y los movimientos de extrema derecha, pero prefirió afirmar que había "culpa de ambas partes" en la confrontación".
Como detalle dentro de la película cabe hacer notar la similitud entre David Duke, con su artificial peluquín rubio, pregonando repetidas veces ante un público formado exclusivamente por blancos: "America First, America First". El mismo visual y el mismo discurso del actual presidente de los Estados Unidos.
Este repaso de la Historia cumple la finalidad de establecer que ya existía una tendencia racista en un sector de la política norteamericana desde por lo menos 1915, lo que explica la supervivencia del Ku Klux Klan, de los movimientos neo-nazistas y supremacistas durante, al menos, los últimos 100 años en los Estados Unidos.
El KKK no sólo tiene un discurso de odio contra los afro-americanos, sino también contra judíos, latinos, irlandeses y un largo etcétera que incluye el trato de la mujer en situación de sometimiento hacia el hombre.
Pero así como existe un discurso de odio, existen ciudadanos que se comprometen en su lucha contra estos grupos xenófobos. A modo de ejemplo, el policial judío que ayuda a Ron Stallworth, Flip Zimmerman, en un comienzo acepta participar del operativo por razones puramente profesionales, pero a medida que se va infiltrando cada vez más en el klan, poniendo su vida en un riesgo, su comprometimiento con la causa va en aumento, y así se lo manifiesta a Stallworth en una de sus conversaciones.
Es brillante la idea de Spike Lee de presentar la reunión del KKK y la del movimiento negro en montaje alternado. Dos discursos opuestos, que se desarrollan en escenarios separados y de forma simultánea, sirven para mostrar el anverso y el reverso de la Historia, del Gran Relato. En el primer caso se trata de un discurso que genera odio, violencia, escisión, en el segundo caso se trata de un discurso que tiende a la integración, al consenso, al diálogo y sobre todo, a dar cuenta de la verdad de los hechos.
Jerome Turner (interpretado por Harry Belafonte) es un anciano que recuerda y relata la historia verídica de Jesse Washington, un hombre negro acusado de la violación y el asesinato de una mujer blanca, en el Estado de Texas, en 1916. Tras un juicio sumario, Jesse Washington fue condenado a muerte por linchamiento. Jerome cuenta a sus oyentes (y a nosotros, el público) estos tristes hechos con todo detalle, ratificando el grado de crueldad con que los afro-americanos eran tratados por los blancos.
Estos dos discursos paralelos van creando una tensión creciente que alcanza su punto culminante durante la secuencia de la colocación y explosión de la bomba, acto violento planeado y ejecutado por Félix Kendrickson, su esposa Connie y otros dos de sus secuaces, todos integrantes del Klan.
Las palabras constituyen herramientas que pueden servir para distintos fines, pueden servir para incitar al bien o al mal, al amor o al odio, a la construcción o a la destrucción. Sin caer en el maniqueísmo, Spike Lee deja en claro su opinión sobre de qué lado recae la principal responsabilidad por el mal, el odio y la destrucción que parecen estar dividiendo irremediablemente a la sociedad norteamericana.
Adriana Schmorak Leijnse